El túnel de los pájaros muertos
Según Marcelo Birmajer, el autor de El túnel de los Pájaros
Muertos, una casa abandonada aunque se quiera volver a
construir va a seguir siendo una casa abandonada.
En la novela los chicos que iban al instituto Baldesarre no
tenían padres o sino al ingresar se les morían; el lugar más
siniestro era la sala de espera, donde a los chicos se les
informaba que sus padres habían muerto o que sus cartas
habían sido rechazadas.
También había un parque de diversiones que era vecino
inmediato del Instituto Baldesarre. En la realidad este
parque se encuentra ubicado en la localidad de Luján e,
igual al de la novela fue clausurado por la muerte de un niño
en un juego de naves voladoras. En la realidad y en la novela
uno de los juegos era el laberinto de cristales el cual era
uno de los menos visitados y en verano no tenía público.
Aunque en la novela no se mencione, el autor cuenta que
en la realidad existió el caso del niño Jimeno Retur que
cuando escuchó que su madre lo esperaba en la puerta del
laberinto de cristal no le cupo duda. Se soltó de la mano de
su tío y corrió hacia el laberinto. El tío trató de seguirlo,
pero lo perdió. Aunque no había nadie en la puerta del
laberinto, un viejo borracho aseguró que vio un niño llegar,
preguntar por su madre a los gritos y entrar. Lo curioso es
que Jimeno no estaba perdido, sino firmemente tomado de
la mano de su tío. Se soltó y salió corriendo cuando escuchó
que su madre lo buscaba, porque su madre había muerto
dos años antes. El tío, Leo Retur, aseguró que la voz de la
cabina no era la de la locutora habitual, que su tono era
terriblemente parecido al de la fallecida madre de Jimeno.
El niño nunca volvió a ser visto.
En cambio en la novela Peraza (un amigo de Matías Baden),
es llevado por un desconocido al interior del laberinto y
solo se escuchaban gritos pidiendo ayuda. Y no se supo nada
más sobre él.
El túnel de los pájaros muertos es una novela muy
interesante ya que el autor incluye en ella muchas historias
que pasaron en la vida real, si bien también incluye
momentos irreales creados por él, son muy entretenidos.